`Cuenta una antigua leyenda celta que Ceridwen era una hechicera que vivía en medio del lago Bala.
Tuvo tres hijos: dos de ellos muy hermosos pero el tercero, Afag Du, era el más feo de los hombres. Ceridwen temía por el futuro de Afag y decidió preparar en su caldero mágico un brebaje para otorgarle un don compensatorio: la sabiduría.
La pócima debía hervir a lo largo de todo un año más un día. Al final se obtendrían tres gotas -apenas tres gotas de pura condensación- capaces de despertar el don con solo tomarlas. Ceridwen puso a dos personas a cuidar el fuego. Un ciego llamado Morda y un niño llamado Gwion. Pasó un año y un día y en el momento crucial unas gotas del caldero salpicaron a Gwion. El joven recibió los dones de la sabiduría: la inspiración poética, la profecía, y la capacidad de cambiar de forma voluntariamente. El resto de la pócima hizo explotar el caldero, partiéndolo en dos mitades.
Gwion supo que debía escapar de Ceridwen y aquí es donde sucede una metonimia de hermosas imágenes en el marco de una persecución. Gwion se transformó en liebre y la maga lo persiguió como galgo. Luego fue pez y ella nutria, pájaro y halcón. Por último, Gwion se refugió en la ínfima forma de un grano de trigo y Ceridwen se emplumó bajo el manto de una gallina y lo tragó sin saber que la semilla germinaría en su interior. Meses después dió a luz a un niño excepcional llamado Taliesin, dueño de los dones del caldero y destinado a convertirse en un gran poeta.